Durante el último año la cantidad de personas que padecen trastornos de ansiedad aumentó de forma muy considerable, en parte como una consecuencia paralela provocada por la pandemia de COVID-19. Una forma de disminuirlos es a través de la meditación.
- Nuestra atención se aleja del factor estresante.
- El nervio vago (un componente central del sistema nervioso parasimpático) recibe una señal de que no es necesariamente la respuesta de ‘lucha-huida-congelación’.
- Disminuye la presión arterial, la frecuencia cardíaca y el estado de alerta.
- Se reanuda la calma, la relajación, el descanso y la digestión.
La idea detrás es que las personas sean capaces de centrar su atención en la respiración para aliviar su apego al pasado, al futuro y encontrarse justo donde está: en el momento presente.
Por dicha razón, de acuerdo con Leo Rastogi, a través de la meditación se consiguen dos cosas importantes.
La primera de ellas es mejorar la conciencia de la naturaleza de nuestros pensamientos, lo cual nos permite desprendernos de ellos. “Esto nos otorga perspectiva y la oportunidad de dar la bienvenida a algo nuevo.”
El segundo beneficio de la meditación es que puede ayudarnos a nutrir experiencias y creencias positivas. “Una meditación cuidadosamente elaborada (autodidacta o guiada) puede, por ejemplo, ayudarnos a invitar nuevas formas de pensar, sentir y actuar en nuestra conciencia.”
La clave para que esta práctica produzca el efecto deseado y nos permita reducir los niveles de estrés y ansiedad es la constancia. Siempre será mejor dedicar 10 minutos diarios a realizarla que hacerlo durante una hora de vez en cuando.
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